Salah el Yaakoubi es «El pirata del estrecho»

Una cosa que os puedo asegurar de Salah es que nunca lo he visto de normal con esos zapatos lustrosos que lleva en la foto. No me extraña, porque dan ganas de pedirle droga con ese calzado con el actua. Pero mejor no se lo digo que a él le gustan. Bueno. Además que Salah lleva siempre mandanga de la buena: aunque me vuelva a hacer el mismo chiste 100 veces no puedo dejar de reirme. Por ejemplo, cuando se queja de que no le dejan ser de derechas mientras intenta hacer el saludo fascista con el brazo derecho que no tiene. De esa mandanga lleva.

A Salah le conocimos muchos de los arimaktoreianos en el año 2009 cuando coincidimos en la Escuela de Teatro de Getxo. Salah era un atleta que hacía atletismo de fondo. Por entonces él ya llevaba unos cuantos años por Euskadi y ya había descubierto el teatro como herramienta para favorecer la capacidad de  comunicación y la adaptación a un terreno hostil muchas veces y en las mejores de las veces extraño o desconcertante  o incierto. Lo que viene a ser la integración, vaya.

Con esto de que es atleta y de fondo el tío no para. Y con esto de que le va relativamente bien (aunque el común de los mortales occidentales nos estariamos quejando todo el día y de hecho lo hacemos) saca tiempo para ayudar en los comedores sociales, dar clases de castellano a migrantes, hacer cursillos ahora de gestión e inmersión social,  ahora de formación teatral o improvisación o de lo que sea, de impartir también algún curso de teatro social que otro. Incluso encuentra tiempo para llegar tarde cuando quedas con él a tomar café.

Le suena el teléfono más que a un ministro y entonces bromea con su interlocutor en arabe, castellano o incluso de mala manera en francés, que no todos los marroquís lo hablan tan bien. Seguramente le llaman para que les alegre el día. Luego desaparece como una bomba de humo y aparece a los diez minutos y ya rezado. Entonces, ya, tomamos café.

El pirata del estrecho es  una pieza que nació en Arimaktore antes de la pandemia. (¿recuerdan? hubo un antes de la pandemia). Aitor Borobia recogió el testigo que nos lanzó Salah que se habiá puesto en mente crear un Stand up comedy. Desde sus experiencias, desde su vida, desde su día a día, desde las reaccones que ha encontrado a su alrededor, desde los prejuicios que ha vivido, que es una cosa muy divertida eso de los prejuicios… pero sobre todo, desde el cachondeo.

Salah, que es un tipo que no para, ha seguido haciendo crecer con más aportaciones, más experiencias este monólogo y lo ha llevado a micrófonos de Madrid, Barcelona, Zaragoza…

Ahora lo trae de nuevo al lugar donde nació esta buena pieza. Con esos zapatos. Sea.

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