Cinco Horas Fascinantes

El actor Chema Trujillo mantiene una intensa relación con Carmen Sotillo, la viuda del profesor de instituto Mario Díez Collado, desde hace décadas. Y este año, el actor Chema Trujillo cumple la misma edad que tiene el bueno del finado cuando fallece. Y esto, al actor Chema Trujillo, le ha parecido una excusa estupenda para darse una vuelta por el soberbio monólogo.

El actor Chema Trujillo -me hace gracia toda hablar de mi en mayestático- leyó la novela de Miguel Delibes cuando tenía unos doce años, y alucinó mucho. Con la historia, con la estructura de la historia, con la brutalidad de las opiniones de la dama… y, sobre todo, con el habla. El habla de esa señora de Valladolid, que era el mismito habla de su madre, de sus tías y de su abuela, llegadas a la Extremadura en la Posguerra desde Saldaña, lo hondo de la Palencia rural. Ese tesoro de frases hechas, refranes, chascarrillos, decires y expresares con los que aquellas mujeres se narraban historias, anécdotas, alegrías y pesadumbres las unas a las otras, era el mismo habla de Carmen. El mismo. Esa nube de palabras y recursos narrativos era el mismo que inhaló el actor en sus tardes de visita a casa de Tía Rosi, al calor del brasero… o cuando se sentaban en corrillo, en las hamacas de verano, a la fresca del río. Carmen debía haber sido conocida de su familia, eso seguro.

Luego, cuando Chema Trujillo estudió Arte Dramático, se ejercitó en clases de interpretación con la adaptación teatral del texto. Y aún más: un tiempo después, ya convertido él mismo en autor, también recurrió, en la trama de su unipersonal Quijote Kill, al recuerdo de esta obra.

De modo que allá se lanza. A por Cinco horas con Mario, el Chema Trujillo. Ahí va de cabeza, a esa piscina. ¡Dejadle que se tire! ¡Dejadle!

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